Historia y origen de la libertad de expresión en México.

La historia de la libertad de expresión en México está marcada por una lucha constante entre el derecho a manifestar ideas y las restricciones impuestas por el poder político, económico y, en tiempos recientes, por el crimen organizado. Su evolución refleja las dinámicas de control, resistencia y cambios sociales a lo largo de los siglos. A continuación, les presento un resumen de su origen y desarrollo, basado en información histórica y fuentes confiables:

Orígenes en la Colonia y el siglo XIX

Durante la época colonial (siglos XVI-XVIII), la libertad de expresión en México estaba severamente limitada. La Corona española y la Iglesia controlaban la imprenta, y cualquier publicación requería autorización previa. Los primeros periódicos, como la Gaceta de México (1722), eran editados bajo estricta supervisión oficial, y los textos críticos se publicaban de manera clandestina, evidenciando las primeras tensiones entre el poder y la prensa.

Con la Independencia en 1821, la libertad de expresión comenzó a tomar forma en el marco de las nuevas constituciones. La Constitución de 1824 reconoció implícitamente este derecho al garantizar la libertad de imprenta, aunque con restricciones. Sin embargo, los gobiernos de la época, tanto conservadores como liberales, ejercieron censura directa, confiscaron imprentas y persiguieron a periodistas. La Constitución de 1857 marcó un hito al establecer en su Artículo 7 que la libertad de escribir y publicar era inviolable, sin censura previa ni exigencia de fianza a los autores, aunque con responsabilidades posteriores por abuso. Esta disposición fue un avance, pero en la práctica, los periodistas enfrentaban represión, especialmente durante conflictos políticos.

En el siglo XIX, la prensa estuvo al servicio de facciones políticas debido a la compatibilidad ideológica o la coerción estatal. Periodistas fueron encarcelados, y las imprentas embargadas, especialmente bajo regímenes autoritarios como el de Santa Anna. La libertad de imprenta era vista como una amenaza por los gobiernos, que buscaban controlar la opinión pública.

Siglo XX: institucionalización y control

El Porfiriato (1876-1911) mantuvo un control estricto sobre la prensa, utilizando subsidios, censura indirecta y represión para limitar las voces críticas. Sin embargo, periódicos opositores como Regeneración (fundado por los hermanos Flores Magón) desafiaron al régimen, aunque a un alto costo, con exilios y persecuciones.

Tras la Revolución Mexicana, la Constitución de 1917 consolidó la libertad de expresión en los Artículos 6 y 7, que garantizan el derecho a manifestar ideas sin censura previa, salvo en casos que afecten la moral, los derechos de terceros, el orden público o la seguridad nacional. Sin embargo, el control del gobierno sobre los medios continuó. Durante el siglo XX, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) estableció una relación de interdependencia con la prensa, basada en el corporativismo. El gobierno controlaba el acceso al papel a través de la Productora e Importadora de Papel S.A. (PIPSA) y otorgaba subsidios a medios afines, limitando la libertad real de los periodistas.

En 1951, durante el gobierno de Miguel Alemán Valdés, se instauró el Día de la Libertad de Expresión (7 de junio), promovido por editores de periódicos. Aunque se presentó como una celebración de la prensa libre, en realidad fue un mecanismo de control simbólico, con eventos como el «Banquete de la Libertad de Prensa» que reforzaban la colaboración entre el gobierno y los medios. Esta fecha buscaba legitimar una libertad limitada, mientras el Estado mantenía su influencia sobre la prensa.

A lo largo del siglo XX, movimientos sociales como el de los ferrocarrileros (1950s), los maestros, los médicos y el movimiento estudiantil de 1968 enfrentaron represión por ejercer la libertad de expresión. En 1968, el lema «prensa vendida» reflejaba la percepción de que los medios estaban subordinados al gobierno, limitando el debate público.

Transición democrática y desafíos contemporáneos

Con la transición democrática a finales del siglo XX y principios del XXI, México avanzó en la protección legal de la libertad de expresión. La Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental (2002) y la reforma al Artículo 6 constitucional (2007) fortalecieron el derecho al acceso a la información, un componente clave de la libertad de expresión. Además, en 2009 se adicionó al Código Penal Federal un título sobre delitos contra la libertad de expresión, buscando sancionar ataques contra periodistas.

Sin embargo, la realidad ha sido más compleja. México es uno de los países más peligrosos para los periodistas, con altos índices de violencia, asesinatos y desapariciones. Según Reporteros sin Fronteras, en 2021 México ocupó el lugar 143 de 180 en el índice mundial de libertad de prensa, debido a la violencia, la impunidad y el miedo cotidiano que enfrentan los comunicadores. Desde 2006, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) ha documentado decenas de casos de agresiones contra periodistas, incluyendo asesinatos y secuestros.

La llegada de las redes sociales ha ampliado el ejercicio de la libertad de expresión, pero también ha traído nuevos desafíos, como la desinformación y las campañas de desprestigio contra periodistas. Organizaciones como Amnistía Internacional y el Comité para la Protección de los Periodistas han señalado que el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas (creado en 2012) es insuficiente ante la magnitud de la violencia. Además, algunos gobiernos han intentado regular las redes sociales bajo el pretexto de combatir la desinformación, lo que genera preocupaciones sobre posibles restricciones a la libertad de expresión.

Contexto actual

En los últimos años, el ejercicio de la libertad de expresión en México ha enfrentado críticas por descalificaciones públicas desde el Ejecutivo Federal hacia periodistas y medios, lo que ha generado un ambiente hostil. La impunidad en los crímenes contra comunicadores sigue siendo un problema grave, con más de 90% de los casos sin resolver. En 2025, publicaciones en X reflejan que México no ha sido un modelo en libertad de expresión, salvo en breves periodos, y que los desafíos persisten, especialmente en el contexto de la polarización política y la inseguridad.

Conclusión

La libertad de expresión en México tiene raíces en las luchas del siglo XIX por la libertad de imprenta, consagradas en las constituciones de 1857 y 1917. Sin embargo, su ejercicio ha estado limitado por mecanismos de control estatal, desde la censura directa hasta la cooptación económica de los medios. A pesar de los avances legales en el siglo XXI, la violencia contra periodistas, la impunidad y las tensiones entre el gobierno y los medios siguen siendo obstáculos significativos. La libertad de expresión en México continúa siendo un derecho conquistado a pulso, pero su pleno ejercicio requiere mayor protección y compromiso tanto del Estado como de la sociedad.

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